Blog Layout

¿Es Para Mí la Cremación?

Fr Matthew Krempel • Nov 09, 2020

¿Es La Cremación del Cuerpo Humano Para Mí?

La paz de Jesús, nuestro Señor y Salvador, les bendiga con Su paz.

No hace mucho cuando un hombre quería arreglar un funeral aquí a nuestra Iglesia Santa María católica romana para su esposa recientemente fallecida. Yo estaba más que con buenas ganas para ayudarle en su tiempo de luto y separación. Durante su conversación con los asistentes de mi personal, él indicaba que iba a guardar las cenizas de su cuerpo incinerado en su casa, a fin de que pudiera tenerla cerca de él, en vez de enterrar sus cenizas. En aquel punto le informamos de que como católicos romanos no podríamos estar de acuerdo con su intención, y más, si él iba a insistir en su idea, no podríamos ofrecerle un funeral católico en el templo. Insistía. Por eso, nuestro diálogo se terminó y no había ningún funeral católico para ella.

 

Tal escenario se sucede más y más frecuentemente en nuestra sociedad actual. La propaganda televisora y los programas y las películas en los cines siempre glorifican la idea de mantener las cenizas de un difunto, o sea que sean dispersadas sobre el jardín de flores, sobre un riachuelo, o sobre la cancha de golf adonde el difunto pasaba mucho tiempo. 

 

En la fecha del 27 de diciembre 2016, dos días después del día de la Navidad, el diario, the Kingman Daily Miner, publicó un artículo con este tema de cremación, titulado: Un Hecho de Vida, la Dignidad en Muerte y la Costa de Sepulcro, escrito por J. T. Keith. El Señor Keith lamentó que dado el hecho que los cuerpos de sus padres se habían enterrado en un cementerio, él no tuviera una reliquia de sus padres a la cual podría mantener una cercanía con ellos. Según él, si los cuerpos de sus padres hubieran sido incinerados en un crematorio, habría tenido algo de ellos para llevar con él siempre y en todo lugar. Hasta otras personas que han incinerado a un difunto amado, se lucen que pusieron las cenizas en un collar o en un anillo o en un pendiente, creyendo que ellas siempre las tendrían en su persona. Otro punto hecho frecuentemente es que es más barato incinerar el cuerpo muerto que enterrarlo. Aun dicen que no se puede llevar el cuerpo entero consigo, sino se puede llevar las cenizas de un muerto más fácilmente.

 

Sin embargo, ¿no es el papel de la muerte enseñarnos a separarnos de nuestros difuntos y confiar a los difuntos a la misericordia de Dios? Dejar atrás los restos de un muerto en una manera santa nos enseña a mirar hacia adelante y hacia arriba en anticipación de la resurrección del cuerpo, y aun más, a rezar por el alma del fallecido, quién posiblemente esté en purgatorio. 

Las cenizas no pueden abrazar, ni hablar, ni acariciar, ni oír, ni hacer cualquier cosa. También hay un riesgo de que las cenizas se hagan algo como un ídolo; es decir, algo más importante que Dios y su amor.

 

La Iglesia Católica Romana considera que el uso de las cenizas de un cuerpo humano puestas en joyería es una ofensa contra la santidad de cuerpo humano y contra los mandatos de Dios. Dios creó al hombre en su imagen y en su semejanza, macho y hembra. Formó el cuerpo humano del polvo de la tierra e inspiró su espíritu en el lodo y el lodo se hizo un ser viviente.

 

¿Por qué alguien querría llevar los restos incinerados de un muerto, puesto que lo que es vuelto a la familia después de la cremación son los huesos y dientes no quemados y los que fueron triturados en una máquina de acero?, me pregunto.  Cuando el difunto todavía estaba vivo, ¿había pensado la familia de guardar algo de cuerpo de su amado, como un recorte de uñas de los dedos como un recuerdo? ¿Por qué uno no guarda un mechón de pelo del cabello y luego guardándolo como una reliquia del presunto fallecido. ¿Por qué no se guarda un diente, después de la muerte del amado antes de incinerar el cadáver? Luego se podría poner debajo de la almohada y esperar que venga el hada de dientes.

 

Suena un poco ridículo, ¿de veras? Por lo tanto, ¿por qué es tan importante de agarrar los restos incinerados del difunto, los cuales no se semejan al difunto de ningún modo. No me hace sentido a mí y menos a la Iglesia católica romana hacer tales cosas. Y puesto que estoy empujando el argumento al extremo para la cremación, querría presentar dos pensamientos. ¿Significaría que la resurrección del cuerpo sería más fácil para Dios porque lo único que tendría que hacer es añadir el agua a las cenizas y dar varias vueltas y ¡presto! Se vuelve vivo un ser humano de nuevo, como el café liofilizado. Mi otro pensamiento sería como una cuestión: ¿Cómo va a saber la Iglesia católica que eres un santo que debe ser canonizado? Es decir que hay muchos cadáveres de los santos que son incorruptibles. Su incorruptibilidad sería una señal externa a los fieles que de veras esta persona había vivido en santidad y en la gracia de Dios.

 

Hay muchos mitos referentes a la cremación. Sí, sí la cremación es una opción, pero la Iglesia la permite renuentemente. La Iglesia desea que el cuerpo entero esté presente antes de ser incinerado, porque el cuerpo humano es una reliquia del difunto, es la habitación santa del alma y por tanto, merece ser bendecido de nuevo con agua bendita y vestido con el lienzo blanco como al momento del bautismo. El rápido retiro de los restos de los productos en la sociedad moderna se aplica ahora a los cadáveres de seres humanos.

Se dice a sí mismo, ¡Prisa! Retiremos el cadáver por medio de incinerarlo lo más antes posible para que no sea una carga pesada de tenerlo a la familia y para que no tengamos que visitar al difunto en la tumba.

 

Se pregunta ¿cómo es que la Iglesia mantiene los restos de los santos en relicarios en vez de enterrarlos si no podemos tener las cenizas en nuestra persona de un difunto amado. Pues, el siglo cuarto el escolar grande de la Biblia, San Jerónimo había declarado: “No adoramos, no damos culto a las reliquias de los santos por miedo de hincarnos ante una criatura en vez de ante el Creador. Sin embargo, veneramos las reliquias de los mártires a fin de que podamos adorar mejor a Él Cuyos mártires son. (Ad Riparium, i. P.L.,  XXII, 907)”.

 

Además, el uso de los huesos del profeta Eliseo una vez vivificó a un muerto.

20 “Y murió Eliseo y lo sepultaron. Y las bandas de los moabitas solían invadir la tierra en la primavera de cada año. 21 Y cuando estaban sepultando a un hombre, he aquí, vieron una banda de merodeadores y arrojaron al hombre en la tumba de Eliseo. Y cuando el hombre cayó y tocó los huesos de Eliseo, revivió, y se puso en pie” (2 Reyes 13:20-21). Este incidente es un ejemplo inequívoco bíblico de un milagro siendo hecho por Dios a través del contacto con las reliquias de un santo.

 

Una historia más conmovedora de la veneración de las reliquias es aquella del cuerpo de Cristo en sí. En vez de dejar Su cuerpo en la cruz para ser retirado y dispuesto de por los romanos (como era la costumbre), José de Arimatea con fortaleza pidió a Pilato el cadáver de Cristo (Marcos 15:43 y Juan 19:38). Donaba su propia tumba para el cuerpo de Cristo (Mateo 27:60). Nicodemo vino a donar más de cien libras de especias para usar sobre el cadáver de Jesús y sobre los lienzos de sepulcro. Luego, las mujeres fueron a visitar reverentemente a la tumba (Mateo 28:1) y a ungir con más especias el cuerpo de Cristo, aunque ya fue sepultado y sellado en la tumba (Marcos 16:1 y Lucas 24:1). Estos hechos de reverencia eran más que una cortesía común mostrada a los restos de los difuntos; eran un respeto especial mostrado al cuerpo del más santo hombre, en este caso, el Santísimo Hombre que siquiera había vivido, porque era Dios encarnado. 

 

Un argumento muy poderoso en favor de sepultar el cadáver en vez de incinerarlo es el ejemplo de Cristo. Su cuerpo fue venerado y ungido y enterrado en una tumba protegida. La Fe católica insiste que justo como el cuerpo de Cristo resucitó y ascendió al cielo, y justo como el cuerpo de María, la Inmaculada Concepción y Madre de Dios fue asunta al cielo, así también serán nuestros cuerpos, hechos santos por el bautismo, la confirmación y la Santa Eucaristía, resucitados y glorificados en los cielos. Que amemos nuestros cuerpos y nuestras almas como Cristo ama Su Cuerpo, la Iglesia.

 

Padre Mateo         

6 febrero 2017a

By Fr Matthew Krempel 16 Nov, 2020
This is a subtitle for your new post
More Posts
Share by: